Las multinacionales españolas multiplican su productividad en países con baja fiscalidad

Un rendimiento que cuadruplica la media

Las empresas multinacionales con sede en España están mostrando niveles de productividad extraordinariamente altos en países europeos con baja presión fiscal. En lugares como Irlanda, Luxemburgo, Países Bajos, Malta y Estonia, estas compañías registran cifras de rendimiento por empleado que superan hasta por cuatro veces el promedio global de sus operaciones.

Según datos oficiales, la productividad por trabajador en estos territorios supera ampliamente el millón de euros anual, alcanzando en algunos casos más de dos millones. Este fenómeno, sin embargo, no responde necesariamente a un aumento real de eficiencia o innovación, sino a razones fiscales y contables.

¿Por qué ocurre esta concentración de beneficios?

La clave está en la estrategia conocida como «deslocalización de beneficios». Muchas grandes empresas utilizan estructuras societarias para trasladar sus ganancias a países con tipos impositivos reducidos. Aunque estas filiales tienen una presencia física muy limitada —con pocos empleados y escasa actividad real—, concentran una parte desproporcionada de los beneficios del grupo empresarial.

Este mecanismo permite a las compañías reducir su carga tributaria a nivel global y presentar cifras de productividad por trabajador que, en la práctica, están infladas por cuestiones contables más que por mejoras operativas.

Un desafío para la justicia fiscal

Esta práctica, conocida como planificación fiscal agresiva, no es exclusiva de España, pero plantea importantes retos para la equidad tributaria y la competencia empresarial. Las empresas que no tienen capacidad para operar a escala internacional no pueden acceder a estos beneficios fiscales, lo que genera una desventaja estructural.

Además, estos movimientos afectan a la recaudación de impuestos en los países donde realmente se genera la actividad económica, restando recursos que podrían destinarse a servicios públicos o infraestructuras.

La respuesta internacional en marcha

En los últimos años, organismos como la OCDE han impulsado reformas para combatir este tipo de prácticas. Se está promoviendo un impuesto mínimo global para grandes empresas multinacionales, con el objetivo de evitar que trasladen sus beneficios únicamente para aprovechar regímenes fiscales más laxos.

Asimismo, se están estudiando nuevos criterios para repartir los beneficios empresariales entre los países en los que realmente se desarrolla la actividad económica, independientemente de dónde estén ubicadas las sedes fiscales.

Conclusión

El uso de territorios con baja fiscalidad por parte de multinacionales españolas es una estrategia que, aunque legal, genera un fuerte debate sobre la justicia fiscal. La diferencia abismal en productividad por empleado entre estos países y el resto del mundo no refleja un salto en eficiencia, sino un diseño fiscal cuidadosamente planeado.

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